Soy dietista-nutricionista de profesión sanitaria, aunque me he formado en diferentes ramas profesionales. Este año al tiempo que intervengo y superviso diferentes programas formativos, y al tiempo que coordino un máster profesional para profesionales de la salud, curso un máster universitario en Educación para la Salud (EpS), en el que anteriormente tuve la suerte de participar como profesora. En mi pasión por esta disciplina ahora soy alumna, y me encuentro estudiando las diferentes teorías de Psicología de la Salud que fundamentan los diferentes modelos de EpS.
¿Por qué estudio Psicología de la Salud si no soy psicóloga?:
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Porque la psicología estudia las causas que llevan a una conducta, y gracias a ese conocimiento los educadores – profesionales de la salud intervenimos individual y grupalmente orientados para generar cambios en las conductas y hábitos asociados al riesgo de la enfermedad o del estilo de vida malsano.
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Porque existen los educadores sociales y pedagogos en salud (como «Teruel existe» en España), para facilitar el aprendizaje y la construcción de una nueva realidad, y también los profesionales de la salud en su desarrollo y preparación como educadores.
La EpS es Psicología + Pedagogía en intervención práctica, más un conocimiento clínico biosanitario sin el que quedaría limitada la intervención en salud.
Según los principios de la pedagogía en educación permanente, si los profesionales de la salud tratamos con personas adultas difícilmente construiremos el cambio instruyendo, puesto que ellas ya tienen conocimientos desde sus experiencias que les sostienen, más bien favoreceremos el cambio desde nuevos aprendizajes en base a sus propias experiencias ahí donde quisiéramos construir comportamientos saludables. ¿Pero esto es labor del educador sociosanitario, pedagogo, psicólogo clínico –con posgrado en Psicología General de la Salud–, trabajador social clínico (que también existe y realiza intervenciones terapéuticas), o de quiénes?
Seamos prácticos sin abandonar la ética profesional: si soy nutricionista y atiendo a una paciente con carencias, excesos, desórdenes y desequilibrios alimentarios, o un estilo de vida malsano conducente a la enfermedad, resulta poco eficiente no incorporar dinámicas, recursos, técnicas y herramientas hacia el reaprendizaje y el cambio deseado, para las que puedo estar preparada en mi campo. Mi paciente podría no permitirse –además de acudir a mí– ir a intervenciones con un educador con ganas de favorecer aprendizajes/cambios (o a un psicólogo de la conducta), o puede no valorarlo como servicio complementario ofrecido fuera de mi intervención, o pudiera ocurrir que sea difícil encontrar en mi ciudad un educador especializado en la temática de la alimentación / nutrición / estilo de vida / enfermedades crónicas no transmisibles y que además me gustase para trabajar. Por otra parte me parecería un triste oficio en la atención al paciente acomodarme en replicar pistas de información a modo de gramola tras recibir una moneda según la causa, o imponer criterios desde el saber clínico, pues pienso que podrían hacerlo mejor las máquinas programadas para ese puesto de trabajo. ¿No sería positivo prepararnos mejor como educadores para integrarlo en la calidad de nuestra intervención?, y si además pudiésemos contar con un educador social en el equipo mucho mejor, ¡la de proyectos que se podrían desarrollar super interesantes y útiles!
Con estos pensamientos me gustaría atraer una mirada de aceptación en los psicólogos hacia los profesionales de la salud en su ejercicio individualizado o grupal hacia el cambio de conductas, comportamientos y hábitos en los pacientes (algo que percibo que en general el educador social entiende y acepta, y por eso no lo nombro aquí), pues no siempre es necesaria ni posible la interdisplinaridad en equipo aunque sí es recomendable, y de cualquier forma es necesaria una buena preparación para cada nivel de intervención.
También me gustaría atraer una mirada de admiración hacia el educador (en cualquier contexto) en su labor de e-d-u-c-a-r con conocimiento y habilidad, y una mirada autocrítica para quienes mucho saben pero no buscan generar aprendizajes en sus pacientes o alumnos.
NOTA AGREGADA: Algunos psicólogos han interpretado con esta lectura que se justifica la sustitución del psicólogo, circunstancia que no se pretende ni se describe en ningún momento. Lo que se pretende es, dentro del ámbito de un nutricionista, reflexionar sobre el valor del desarrollo de habilidades que le corresponden hacia el cambio de hábitos en los pacientes, darle valor a las herramientas que hay a su alcance (especialmente dentro de la educación para la salud, que es de lo que trata esta entrada), no quedarse en la mera transmisión de información sin habilidades educativas, ser un profesional completo con riqueza de recursos en su campo, como propone la Organización Mundial de la Salud ante los retos del siglo XXI [leáse sobre ello en este artículo]. Cualquier otra cosa que se interprete es fruto de quien lee. | Algunos lectores han dicho que no existe la Educación para la Salud (¿?), que es una inventiva, y ante esto poco merece la pena decir.
Coaching de Salud como práctica educativa:
No quisiera terminar sin repetir la definición de Coaching de Salud a la que dediqué un post anterior de reflexiones: «Práctica de educación para la salud y promoción de la salud dentro de un contexto de coaching, que refuerza el bienestar de los individuos y facilita en las personas el logro de metas relacionadas con la salud» Palmer, Tubbs y Whybrow; 2003.
El Coaching de Salud tiene mucho que ver con que yo escriba este post. La mejor respuesta para quienes esparcen críticas poco sólidas es contrainformar con argumentos, y a veces no contestar y seguir trabajando por mejorar, como en la práctica educativa del coaching que yo conozco y trabajo.
Mi recomendación para prepararse como coach de salud o coach nutricional, sabiendo cómo integrarlo en la práctica clínica, es el Máster Internacional en Coaching de Salud Multidisciplinar a través del modelo Healthy Bicycle (con ello promuevo y muestro aquello que creo de calidad con principios). Y si eres de los que ya se han preparado, entonces te recomiendo mirar hacia adelante para «ver» las muchas oportunidades que puedes atender dentro de tu campo. 🙂
NOTA AGREGADA: Algunas lectores critican el Coaching de Salud creyendo que exclusivamente corresponde a la intervención psicológica. Todavía hoy muchos profesionales consideran la educación para la salud desde el paradigma antiguo, y su visión limitada omite el recorrido y el objetivo que el Coaching de Salud tiene en el campo de la prevención/mantenimiento de la salud, y del automanejo de la enfermedad crónica [leáse sobre ello en este artículo]. Aun con todo es llamativo la respuesta automática de ataque viniendo de psicólogos, en aquellos casos de respuesta a la defensiva que ha tenido este texto en redes sociales, y lo que se transmite con ello.
María Hernádez Bascuñana (col. CV320)
Inmunonutrición | Nutrición, Salud y Estilo de vida | www.bascuñana.net
Nutricionista clínica especializada en Inmunología nutricional y de estilo de vida. Inmunonutrición y terapéutica clínica con vitamina D.
Consulta clínica, docencia universitaria y divulgación. Prevención y abordaje de enfermedades y desórdenes propios del desarrollo en ambientes malsanos, de alteraciones en la inmunidad y procesos inflamatorios.
Graduada Univ. en Nutrición Humana y Dietética. Experto Univ. en Inmunonoutrición y Análisis clínicos. MSc Educación para la Salud. MEd Psicología aplicada a la Educación y la Salud. Coach Sanitaria certificada por AICOSAN.
Libros: «VitaminaDos. Disfruta de una vida más saludable gracias a la vitamina D», «María y Coco en Vitaminápolis. Descubre los superpoderes de las vitaminas».