Salud ocular y luz / nutrición


Tras los 40 años nuestros ojos comienzan a envejecer más rápidamente que cualquier otro órgano. Las células de la retina son vulnerables al deterioro relacionado con la edad, pero mirar la luz roja natural del sol un tiempo prudente ‒unos 3 minutos en el amanecer‒ puede mejorar la función mitocondrial de los sensores de color en los ojos, según algunos estudios iniciales.

Al amanecer y al atardecer hay abundancia de luz roja. Al atardecer la acumulación de polvo y polución en el aire de tu localidad puede interferir con la absorción de la luz roja, disminuyendo.



También los nutrientes protegen nuestros ojos como la vitamina A*, carotenoides luteína y zeaxantina (contenidos en huevo, mostaza, pimiento rojo y naranja, brócoli, lechuga, col, repollo, maíz, ciruelas, melocotones, naranjas, mango, papaya, nectarinas, acelgas, espinacas, apio, berros, achicoria, etc), omega 3 en forma DHA, y la vitamina D.

* No suplementar vitA en patología ocular derivada de mutaciones en el gen ABCA4.



PERO ¿EL SOL NO ES MALÍSIMO?

El sol nos aporta vitamina D, pero incluso en las horas que no lo hace (las próximas al amanecer/atardecer) nos aporta beneficios de otra forma, desde su amplio espectro solar en equilibrio.

Nacemos, crecemos, vivimos, trabajamos y morimos en cajas, aislados del sol que nos han dicho que tan malo es. Y así es como propongo analizar el impacto de nuestros modos de vida en mi libro VitaminaDos, cambiar el término de «Homo sapiens» por «Homo capsa».

Una revisión de estudios publicada en el European Journal of Cancer Prevention concluyó que «se está acumulando evidencia de que la luz solar es un factor protector para varios tipos de cáncer». Varios estudios llegaron a la conclusión de que la exposición constante a la luz solar en realidad reduce las posibilidades de contraer melanoma y, en cambio, aumenta las tasas de supervivencia.