VERDADES MOLESTAS DE LA FORMACIÓN ON-LINE


Tiempo de adaptación

Un interesante debate en el que participé ayer por redes sociales, iniciado por un compañero, reflejó que todavía hoy bastantes docentes prefieren la enseñanza en presencia física que en presencia en línea (on-line) —atención, ¿te has dado cuenta que en los dos casos menciono que hay presencia?—. Puede que esa sea también mi preferencia, pues desde los 21 años he ejercido la docencia ininterrumpidamente en aulas físcas con adultos, y adoro estar en grupo compartiendo conocimiento útil para las personas, con un estilo docente de proximidad; pero hoy ya no me planteo mi preferencia, porque es una realidad que en la era digital el contexto educativo y de las sociedades de la información ha cambiado para no volver atrás, y todavía estamos en pañales de lo que será la transformación de la enseñanza.

El rol del docente es clave, y ha de tener en cuenta que por muy buena que sea su «puesta en escena» se estima que solo el 7 % del aprendizaje ocurre en el aula, es fuera de ésta donde realmente aprendemos a través de procesos particulares trabajados. La información abunda en la era digital y de la comunicación, y va más rápida de lo que el docente a veces puede gestionar, su experiencia por tanto puede llegar a tener más valor que sus conocimientos. El tiempo que pierden los alumnos en preparar exámenes se puede dedicar simplemente a aprender, y para ello se necesita de:

  • Motivación.
  • Tiempo.
  • Oportunidad de practicar.

 

¿Qué hacer los docentes y las instituciones educativas ante esta nueva realidad?

Hace años el profesor tenía el monopolio absoluto del conocimiento y dirigía la instrucción del grupo. La tendencia apunta a que dentro de unos años el profesor será más un moderador de grupo, que hará de guía y de facilitador de una enseñanza más individualizada. Hoy estamos a mitad de camino, coexistiendo instituciones educativas arcaicas con instituciones educativas adelantadas a su tiempo con visión de futuro.

 

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Incorporar la tecnología digital no es lo que caracteriza a una institución educativa de innovadora o arcaica, sino cómo se usa y para qué se usa. En un futuro las aulas tecnológicas y los libros digitales serán el canal, pero no el fin. Ya no habrá el mismo libro para todos, la enseñanza se adaptará más a las particularidades de cada alumno desde un aprendizaje activo, donde han de estar presente estrategias de motivación, flexibilidad de tiempos y oportunidades de prácticas con aprendizajes reflexionados.

Por tanto, docentes e instituciones educativas: o se adaptan o se quedan fuera. Este es el reto de la enseñanza hoy en día, un reto al que tenemos que abrirnos los docentes sin resistencias, reaprendiendo, saliendo de nuestra zona de comodidad, observando desde otra perspectiva, generando constantemente nuevas formas de hacer y de facilitar el aprendizaje.

 

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Hoy más de 3.500 millones de personas ya tienen acceso a Internet, el equivalente al 47% de la población mundial. Así lo asegura la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), organismo dependiente de las Naciones Unidas (ONU), en un informe en el que, sin embargo, resalta el enorme camino que queda por recorrer. El 55% de la población global sin acceso a Internet se concentra en apenas seis países, que incluyen a China e India, y las naciones más pobres de África subsahariana.

Lo que ayer fueron las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC) son hoy el canal principal donde se recopila la información y se desarrollan plataformas sociales, educativas y formativas. De aquí surge la enseñanza en línea (on-line) donde muchos vieron nuevas oportunidades de negocio sin plantearse la calidad de la enseñanza adaptada a las nuevos tiempos, y de ahí surgen experiencias negativas que generan falsos mitos sobre la formación on-line.

 

Algunos falsos mitos de la formación on-line:

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1. La formación a distancia es la formación en línea, opuesta a la formación presencial.

Negativo. La formación a distancia es una submodalidad primitiva de la formación on-line, generalmente caracterizada por ofrecer un repertorio de textos o vídeos sin interacción entre participantes, y poca o nula interacción entre profesor y alumno. Puede ser útil para la formación a través de pequeñas cápsulas de información concentrada y muy especializada, pero incompleta para un programa extenso de aprendizajes, pues no hay que olvidar que el acto de enseñar (mostrar, informar) no implica el hecho de aprender (comprender, integrar, interiorizar, extraer utilidad).

La formación en línea sí puede ser presencial, si incluye presencialidad virtual de los participantes —profesores y alumnos— en directo (como en aulas virtuales de encuentro), o incluso de forma asíncrona (como en foros participativos). Es importante recalcar que por tanto sí hay presencialidad en la formación en línea.

 

2. No hay un cara a cara.

Negativo. Una plataforma educativa puede estar desarrollada para el cara a cara, de manera que no solo los alumnos visualizan al profesor, también el profesor puede visualizar a los alumnos y éstos visualizarse entre ellos. Cierto es que implica un mayor despliegue de recursos por parte de la escuela (con mayor inversión), y una mejor conexión a internet por parte de los participantes.

 

3. No hay bidireccionalidad.

Negativo. Aunque muchas escuelas usen sus aulas virtuales como medio de exposición de un rollo (quiero decir de información y más información …zzZZ) donde el profesor se dirige a los alumnos como un único ente receptivo —unidireccionalidad— dando igual que sean cuatro que ochenta, lo cierto es que también se puede permitir que un alumno hable en respuesta —bidireccionalidad— atendiendo a sus inquietudes, e incluso que diferentes alumnos puedan hablar generándose dinámicas y debates en el aula —multidireccionalidad— (siempre y cuando se sepa guardar un orden para no mezclarse varias voces a la vez). De nuevo hay que decir que para ello es necesario un mayor despliegue de medios y recursos, y una mayor inversión que no todas las escuelas están dispuestas a asumir cuando se suman a la formación on-line.

No tiene toda la culpa la escuela (o negocio formativo) de la falta de inquietud pedagógica de calidad, también es responsable el docente si no desarrolla habilidades pedagógicas alejadas de la clásica clase magistral obsoleta, donde el profesor exponía un tema o lección y la audiencia intentaba tomar notas de lo que decía.

 

4. Tiene un bajo coste de inversión.

Depende, si quieres tener una formación en línea alejada de los anteriores mitos no es barata, puede ser más barato disponer de una o varias aulas en un local, aunque si lo comparas con adquirir terrenos y construir edificios nuevos sí es menor la inversión. La formación en línea preparada para el aprendizaje de calidad necesita de medios técnicos especializados, acordes a las mayores necesidades requeridas, desarrollados y mantenidos por personal técnico informático.

 

5. La formación es asequible.

A veces confundimos el término accesible con asequible. Accesible lo es sin duda para la mayoría de la población de los países desarrollados, siempre que disponga de una buena conexión a internet y un dispositivo para navegar con cámara web (algo que hoy es habitual), porque accedes a la formación sin desplazarte de casa o de la oficina, con menos obstáculos de tiempo y distancia, y con ahorro en desplazamientos y otros gastos secundarios de la formación en aula física, lo que puede convertirla a su vez en asequible.

El coste real de un programa formativo y el margen de beneficio que la escuela quiera tener, será lo que determine si es asequible para la media de la población a la que se dirige. Esto depende como mínimo de:

  • El coste de inversión tecnológica y mantenimiento.
  • El coste de arquitectura y diseño de contenidos.
  • El número de docentes, dedicación por alumno y honorarios.
  • El coste de atención continua al alumno, administración, campañas, difusión, etc.
  • El número máximo de alumnos admitidos.
  • El número de becas concedidas y sus cuantías.

 

6. Hay demasiados alumnos y no se crean vínculos.

Negativo por defecto. El número de alumnos es una elección interna de la escuela que debiera de ser independiente de la modalidad de enseñanza en línea o física. En programas formativos donde hay tutorización próxima y seguimiento continuado del aprendizaje, es difícilmente sostenible un número alto de alumnos por curso.

Desde mi experiencia, siendo docente además de directora formativa de la escuela EISANE, observo los ritmos de los profesores y la dedicación que entraña cada materia en la evolución del alumno, para decidir el número máximo de alumnos aceptados por curso. En el caso de consultarlo con los docentes y dejar que sean ellos quienes decidan el tamaño del grupo, pongo por condición que éste no afecte a la calidad de la atención y seguimiento grupal/individualizado que se les ofrece. En definitiva, la media en esta escuela está en torno a 15 alumnos por curso.

Cierto es que las plataformas digitales permiten un número muy alto de alumnos matriculados, lo que favorece el abaratar el coste de la matrícula, pero cuidado que lo barato puede salir caro. Si queremos que las reuniones en directo sean momentos de encuentro más allá de una exposición informativa, si queremos que los alumnos se vean las caras en las reuniones/clases, si queremos generar dinámicas entre ellos favoreciendo que interaccionen y se conozcan, si queremos que se generen vínculos estrechos entre alumnos donde la distancia física no importe, si queremos facilitar el aprendizaje, entonces no es sostenible un número alto o ilimitado de alumnos por curso.