Listado de enfermedades relacionadas con la celiaquía


A continuación listo una recopilación de desórdenes clínicos o enfermedades que están documentadas en relación a la celiaquía. Dicha recopilación se extrae del libro que a continuación detallo.

Publicación: El derecho a la salud de las personas celíacas en el Ordenamiento Jurídico Español.
Autor: Javier Soto Abeledo. 2013. | ISBN 978-84-616-4984-6
Puedes descargar aquí la 1ª edición.


Su presencia no implica necesariamente la existencia de celiaquía, pero ante la sospecha y genética positiva debe de estudiarse mediante el protocolo completo de diagnóstico precoz. Una genética negativa nos confirma al 99 % lo no existencia de celiaquía.



Están documentadas las siguientes relaciones de la celiaquía (puedes consultar en la publicación original las referencias o fuentes de donde se extrae dicha recopilación):

1. Con la rinitis, la sinusitis, la otitis, la faringitis y el asma.

2. Con las bronquiectasias, la alveolitis fibrosante, el «pulmón del ornitólogo», el «pulmón del granjero», la sarcoidosis, la hemosiderosis pulmonar idiopática y el absceso pulmonar.

3. Con la broncoalveolitis linfocítica.

4. Con la tuberculosis, ya que se ha comprobado que las personas celíacas tienen un riesgo de sufrir tuberculosis de 3,74 a 4,76 veces más elevado que la población general, y quienes han padecido tuberculosis, una probabilidad 2,5 veces más alta que dicha población de llegar a tener una enfermedad celíaca.

5. Con la oligospermia y la astenospermia, con la infertilidad y los abortos de repetición, con las elevaciones de la FSH y la LH, con la diabetes mellitus tipo 1, con la tiroiditis y la hipofisitis autoinmunes, con el hipotiroidismo y el hipertiroidismo, con los déficits de cortisol (incluida la enfermedad de Addison), aparte de otras alteraciones hormonales. Por su trascendencia, hay que destacar entre las posibles consecuencias del hipertiroidismo que pueda concurrir con la enfermedad celíaca, el prolapso de la válvula mitral.

6. Con la glositis y con las aftas bucales recurrentes: de hecho, la palabra «esprue», con la que se conoce la celiaquía, deriva del holandés «sprouw», que quiere decir «afta».

7. Con las alteraciones del esmalte dental.

8. Con la esofagitis y la lentitud del vaciamiento gástrico.

9. Con la infección por Helicobacter pylori, con la gastritis linfocítica y con la ferropenia.

10. Con la pancreatitis crónica y con la insuficiencia pancreática exocrina. A su vez, dicha pancreatitis crónica produce sobrecrecimiento bacteriano intestinal habitualmente, y se ha planteado la posibilidad de que la insuficiencia pancreática exocrina pudiera dar lugar a intolerancia al gluten, por lo que estamos ante condiciones que, con mucha frecuencia, se solapan, y pueden estar implicadas unas en la patogénesis de las otras.

11. Con la fibrosis quística, patología que, además, puede coincidir en sus manifestaciones clínicas con la celiaquía, particularmente en los adultos, cuestión que debe tenerse muy presente, en su caso, de cara al diagnóstico diferencial, que, por lo que respecta a la fibrosis quística, se efectúa con arreglo a la existencia de sintomatología compatible, más una concentración de cloro en el sudor > 60 mEq/l en dos ocasiones –o, en los casos dudosos, con la comprobación de un comportamiento anómalo de la proteína reguladora de la conductancia transmenbrana en el transporte del cloro (CFTR)–, y el hallazgo de sendas mutaciones causantes de la enfermedad en los dos alelos del gen de la CFTR, si bien hay casos atípicos que no coinciden plenamente con estos criterios diagnósticos.

12. Con el sobrecrecimiento bacteriano intestinal, hasta el punto de que su alta prevalencia entre quienes sufren la enfermedad celíaca permite considerar que se trata de uno de los fundamentales factores desencadenantes de dicha patología en las personas genéticamente predispuestas.

13. Con la intolerancia primaria a la lactosa, y con la malabsorción secundaria de éste y de otros disacáridos, como la sacarosa, debida a un déficit de la correspondiente disacaridasa, causado, a su vez, por el deterioro del borde en cepillo de los enterocitos. Además, el sobrecrecimiento bacteriano intestinal en su caso concurrente –asimismo habitual en quienes padecen el llamado «síndrome del intestino irritable»– también podría contribuir a dicha malabsorción secundaria de disacáridos de la misma forma que la celiaquía, y mediante la capacidad de algunas bacterias para catabolizar las disacaridasas.

14. Con la intolerancia hereditaria a la fructosa, y con la malabsorción secundaria de este monosacárido, que se produce al disminuir la proteína facilitadora de su transporte (denominada GLUT5 y SLC2A5) en los enterocitos, como consecuencia del daño de estos.

15. Con la existencia de anticuerpos anticitoplasma del neutrófilo (ANCA), anti Saccharomyces cerevisiae (ASCA), antichitobiósido (ACCA) y antimanósido (AMCA).

16. Con los déficits de proteínas, minerales (fundamentalmente, calcio, magnesio, fósforo, hierro, zinc y cobre) y vitaminas (entre otras, A, B6, B12, ácido fólico, C, D, E y K), consecuencia de la malabsorción intestinal. En particular, las carencias de las vitaminas B6 y B12 y de ácido fólico cabe que ocasionen anemias y depresión; y la de este último, patologías coronarias, defectos del tubo neural en el recién nacido y, probablemente, alteraciones del colágeno que originen malformaciones congénitas como la enfermedad de Ehlers-Danlos hiperlaxo*, patología ésta que el Doctor Jaime F. Bravo Silva considera que puede comprender a la fibromialgia y al denominado «síndrome del intestino irritable», y que cabe que dé lugar a diverticulosis del intestino delgado, lo cual favorecería la proliferación bacteriana . –también, como hemos indicado, muy frecuente en quienes sufren del mencionado «síndrome del intestino irritable»–, a osteoporosis y artritis ya en la juventud, a disautonomía (caracterizada, especialmente, por hipotensión, intolerancia al frío y al calor y fatiga crónica) y a depresión y ansiedad. Y la existencia de similares condiciones concurrentes invita a valorar la incidencia de celiaquía entre quienes sufren la enfermedad de Ehlers-Danlos hiperlaxo* y, viceversa, de esta última patología entre los celíacos. En cuanto al déficit de vitamina C, incluso puede ocasionar escorbuto y la falta de vitamina K podría facilitar la producción de hemorragias, ya sean digestivas o urológicas. Por otra parte, esta carencia es posible que se vea agravada en caso de seguir el paciente un tratamiento antibiótico periódico para el sobrecrecimiento bacteriano concurrente con la celiaquía, al inhibirse la producción bacteriana de la mencionada vitamina.


* Corrijo al autor que denomina en su publicación «Ehlers-Danlos tipo III» o «síndrome de hiperlaxitud articular». Ambas denominaciones han quedado desactualizadas, y son diferenciadas como dos condiciones clínicas diferentes: Síndrome de Ehlers-Danlos hiperlaxo o SED-h (antiguo Síndrome de Ehlers-Danlos tipo III), y Trastornos del Espectro Hiperlaxo (antiguo Síndrome de Hiperlaxitud Articular o SHA).


17. Con la hipertransaminasemia criptogenética.

18. Con la hepatitis y la colangitis autoinmunes y con la cirrosis biliar primaria.

19. Con la esteatosis hepática no alcohólica.

20. Con la linfangiectasia intestinal.

21. Con la enfermedad de Crohn.

22. Con la colitis microscópica, en sus dos formas de colitis linfocítica y colágena.

23. Con los linfomas y los cánceres digestivos, y con los cánceres extradigestivos.

24. Con la hematuria, debido al déficit de vitamina K, subsiguiente a su malabsorción.

25. Con la nefrolitiasis de oxalato cálcico, consecuencia de la falta de absorción de calcio, derivada de la esteatorrea.

26. Con la nicturia, que podría estar causada por un déficit de vasopresina, debido a un hipopituitarismo ocasionado por una hipofisitis autoinmune, y/o por la retención diurna de líquidos consecuencia de la hipoproteinemia subsidiaria de la malabsorción intestinal, y/o por la fase poliúrica de una insuficiencia renal subsiguiente a una nefropatía derivada de la celiaquía, y/o por un hipertiroidismo asociado a esta patología, y/o por una linfangiectasia intestinal concurrente.

27. Con la enfermedad renal crónica en general y las glomerulonefritis en cualquiera de sus formas en particular, así como con la nefropatía IgA.

28. Con la osteomalacia, con la osteopenia generalizada y con la osteoporosis, a las que pueden conducir tanto la malabsorción de calcio y el déficit de vitamina D, con el consiguiente hiperparatiroidismo, como la elevación de la FSH90, el hipertiroidismo, el sobrecrecimiento bacteriano intestinal, y la intolerancia a la lactosa concomitantes. También se ha descubierto que algunos celíacos tienen anticuerpos contra la osteoprotegerina (OPG), que podrían estar asociados con el desarrollo de osteoporosis.

29. Con el adelgazamiento de la almohadilla grasa de los talones.

30. Con alteraciones del crecimiento craneofacial, como una frente amplia.

31. Con las enfermedades del tejido conectivo en general, y, en particular, con la artritis (característicamente simétrica y seronegativa, con afectación frecuente de los talones, las rodillas, las caderas, la columna lumbar y los hombros), con el lupus eritematoso sistémico, con el síndrome de Sjögren y con el síndrome de Ehlers-Danlos hiperlaxo*.

32. Con la miastenia y las miopatías. Sobre el particular, resulta oportuno mencionar la investigación que, desde el otoño de 2008, se está llevando a cabo en el Servicio de Reumatología del Hospital Universitario Puerta de Hierro, en colaboración con la Asociación de Celíacos de Madrid, bajo la dirección del Doctor Carlos Isasi Zaragoza, para valorar el alcance de la relación entre la celiaquía y la fibromialgia, a cuyo efecto están estudiando a ciento cincuenta personas diagnosticadas de esta última entidad clínica. Para el Doctor Isasi, “es posible que la celiaquía simule lo que hoy conocemos como fibromialgia”. Y ya vimos como para el Doctor Jaime F. Bravo Silva la fibromialgia es parte de la enfermedad de Ehlers-Danlos, por lo que sería oportuno estudiar la existencia de celiaquía en quienes padezcan cualquiera de estas condiciones.

33. Con la miocardiopatía dilatada y con la fibrilación atrial.

34. Con la psoriasis, con otras dermatitis, con la xerosis cutánea, con la alopecia, con el vitíligo y con el prurito, siendo frecuente la palidez de piel.

35. Con la uveítis y con las cataratas.

36. Con alteraciones neurológicas como las cefaleas, la epilepsia, la ataxia cerebelosa, las calcificaciones intracraneales, las neuropatías periféricas, la esclerosis múltiple y la neuromielitis óptica.

37. Con el síndrome de las piernas inquietas.

38. Con el síndrome de Down y con el síndrome de Turner.

39. Con el síndrome de Williams.

40. Con el síndrome de Angelman.

41. Con la ansiedad, con la depresión, con el autismo, con la esquizofrenia y con las demencias.

42. Con la fatiga crónica.


✔ La enfermedad celíaca es una enfermedad sistémica y crónica. No es una intolerancia ni alergia alimentaria (pero históricamente fue considerada como «intolerancia» y comúnmente se mantiene).
✔ Desde el punto de vista de la Inmunología dicha no-intolerancia se debate entre la alergia no mediada por IgE y la enfermedad autoinmune, siendo la segunda opción la más consolidada. La reacción es mediada por mecanismos de ataque a tejidos y a fragmentos proteicos de las prolaminas presentes en el gluten, que puede producir a nivel intestinal una lesión grave en la mucosa del intestino y provocar una atrofia de las vellosidades intestinales, derivando en malabsorción de nutrientes y riesgo de linfoma intestinal.
La enfermedad puede aparecer a cualquier edad, incluso por encima de los 70 años. Puede hacerlo con síntomas digestivos y/o síntomas extradigestivos.
Está relacionada con múltiples trastornos, que llevan a calificarla de enfermedad sindrómica, considerándose por muchos como un «síndrome celíaco».



Confuso cuadro diagnóstico

La enfermedad celíaca (EC) sigue siendo confusa en su diagnóstico, y se cree que es infradiagnosticada.

Robert M. Craig ‒profesor en Gastroenterología y Hepatología, y doctor en Medicina‒, planteó una clasificación de intolerancia/rechazo al gluten que podía clarificar un conjunto de enteropatías limítrofes (Borderline enteropathies, Journal of Clinical Gastroenterology, January 2003, Vol. 36, Iss. 1, pp. 6-7).

Consta de 5 categorías, siendo la última la clásica forma en la que se diagnostica la EC, no considerando en la mayoría de casos las categorias anteriores.

    “Este confuso cuadro se clarifica parcialmente clasificando las enfermedades del gluten como sigue:

    1. Hay algunos pacientes con síntomas inducidos por productos que contienen gluten, sin evidencia serológica, bioquímica o histológica de EC. Estos, efectivamente, podrían ser representativos del síndrome del intestino irritable con particular intolerancia a esas comidas.
    2. Algunos pacientes que presentan histología límite del intestino delgado (Marsh 1 o 2) y tienen serología negativa (representados por los pacientes descritos por Tursi y Brandimarti).
    3. Algunos pueden tener serología positiva y una histología perfectamente normal, como algunos pacientes con dermatitis herpetiforme.
    4. Aquellos con lesiones Marsh 3 características con atrofia vellositaria subtotal y serología negativa.
    5. Finalmente, la quinta categoría es la clásica EC, tanto histológica como serológicamente.”

Recuerda que una genética negativa nos confirma al 99 % la no existencia de celiaquía, eliminando la incertidumbre del paciente.
Te explico aquí cómo realizar la prueba genética si tu seguro no te la incluye.


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María Hernádez Bascuñana (col. CV320)
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