Microbioma, vitamina D y salud intestinal


Llamamos microbioma intestinal al conjunto de microorganismos vivos residentes en el tubo digestivo, pueden ser bacterias, virus, levaduras, hongos y parásitos que coexisten compartiendo nuestro cuerpo. Se confunde a veces con el término microbiota, que es cada vez menos utilizado, pues éste solo hace referencia al conjunto de poblaciones de bacterias que nos cohabitan, sin considerar los hongos, parásitos, virus u otros microorganismos que también acompañan.


Fuente de imagen: biocodex

Estos microorganismos vivos se acumulan especialmente en el colon ‒siendo así el intestino grueso uno de los ecosistemas microbianos más densamente poblados del planeta‒, pero también podemos encontrarlos en la boca, estómago y otros tramos del tubo digestivo.

Una vez explicado esto, para que todos tengamos un mismo punto de partida, vamos al tema que nos ocupa.


Microbioma intestinal – autofagia/inflamación intestinal – vitamina D

El microbioma intestinal está en continua interacción con nuestro organismo, por ejemplo participando en la síntesis de ácidos biliares secundarios. Uno de estos ácidos es el ácido litocólico (LCA), que es tóxico para el hígado y las células intestinales, y también puede inducir cáncer entérico.

Cuando la vitamina D se une a su receptor VDR en las células intestinales, induce la expresión del citocromo CYP3A, que está involucrado en la desintoxicación de LCA en el intestino y el hígado. De forma que la acción de la vitamina D es capaz de evitar la toxicidad inducida por nuestro microbioma. Esta es una buena noticia.

La mala noticia es que el LCA puede unirse al VDR impidiendo la acción de la vitamina D y disminuyendo su síntesis, con la consecuencia de que una reducción en la forma activa de la vitamina D (1,25 [OH]2 D3) o en la expresión de VDR puede llevar a inflamación intestinal y a un aumento en la colonización de proteobacterias (colectivo que incluye una gran variedad de bacterias patógenas). Esto conduce a un cambio en el equilibrio de la composición del microbioma, rompiéndose el equilibrio y afectando a la salud intestinal.

Otra mala noticia es que algunas bacterias del colectivo citado de proteobacterias, como la Chlamydia trachomatis, reducen la actividad de VDR (otra vez ponemos en peligro la síntesis y acción de la vitamina D activa junto a su papel modulador de la respuesta inflamatoria e inmunitaria). El mecanismo probable para esto es a través de la capnina bacteriana que inhibe la bolsa de unión al ligando en el VDR nuclear. La respuesta del VDR es inhibida por dichas bacterias y conduce a regulación al alza del microRNA 21 por los monocitos, lo que potencialmente bloquea las respuestas inmunes que son estimuladas por la vitamina D y se relaciona con la enfermedad cardíaca y el cáncer.

En este gráfico se esquematiza el papel de la vitamina D y su receptor (VDR) en los cánceres (para este caso ginecológicos). | Fuente: International Journal of Molecular Sciences. Vitamin D and VDR in Gynecological Cancers. A Systematic Review.
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La anulación del VDR en las células epiteliales intestinales da como resultado una autofagia defectuosa en la colitis, que es observada en la Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII). Existe una correlación esencial entre la autofagia, el VDR y el microbioma intestinal que es importante para la homeostasis intestinal, con un papel importante en la fisiopatología de la EII. Estos datos sugieren que la vitamina D es un factor importante para determinar la composición del microbioma intestinal y los procesos inflamatorios en la EII, de los que hablé en un anterior artículo.


Para que todo el mundo lo entienda: algunas bacterias patógenas del microbioma intestinal inhiben al receptor de la vitamina D (que es como un interruptor que hay que pulsar para encender la luz pero que se encontraría sellado), este receptor es necesario para la bioactividad de la vitamina D, y su defecto se relaciona con enfermedad cardíaca, cáncer, inflamación intestinal y autofagia intestinal. A su vez la acción de la vitamina D reduce los efectos de dichas bacterias, protegiendo su mecanismo de éstas.



Prevenir antes que corregir

De todo esto se deduce la importancia de mantener la vitamina D sérica en rango óptimo (> 50 ng / mL según apunta la evidencia actual) junto a una alimentación simbiótica.

Mantener niveles séricos adecuados de vitamina D, alejándonos de la insuficiencia o deficiencia, para así contribuir al mantenimiento de la homeostais antes de que se produzca el daño y se limite la vía preventiva y reguladora de la vitamina D.


Llama la atención que la población de España ‒país con abundante sol‒ en general presente niveles bajos de vitamina D sérica, por múltiples factores en juego que llevan a una escasa síntesis, resistencia o baja sensibilidad a la vitamina D. Predomina una forma de vida de espaldas a la naturaleza o alejada de ésta (que cabría replantearse), de hacinamiento en lugares sombríos, o empaquetada en filtros solares tan promovidos desde la década de 1980. Nos encontramos ya con una situación que no se resuelve siempre, o no tan fácilmente, con el simple hecho de recibir baños de sol como precursor de síntesis (aun sin protección solar y con la precaución de no llegar al eritema de piel). Estrés, alimentación industrializada, falta de contacto con la naturaleza y sus ciclos naturales, abuso de medicamentos, polimorfismo genéticos que afectan a la actividad de la vitamina D (en su síntesis, en su transporte o en su receptor celular), entre otros, se conjugan en nuestra contra. Invito a la reflexión…


Mantener una alimentación saludable en su desempeño como factor prebiótico e incluso probiótico para la salud intestinal, que junto al estilo de vida de la persona influye tanto en la prevención como en el tratamiento.



¿Y si el daño ya está hecho?

Entonces tendremos que actuar en varios frentes, como lo son:

✔ La suplementación supervisada de vitamina D, adaptada a cada persona.

✔ El uso de probióticos específicos que compitan con las proteobacterias, y así consiguir aumentar el nivel de vitamina D en suero. En un estudio multicéntrico se encontró que el uso de algunas cepas administradas como probióticos aumentó la concentración sérica de 25-(OH)-D.

✔ La revisión junto a la persona afectada del conjunto de su alimentación y hábitos dietéticos, siendo uno de los mejores factores protectores de por vida para el equilibrio y la salud intestinal.

✔ La revisión de factores de riesgo que compiten con los protectores y amenazan el equilibrio y la salud intestinal:

      • El estrés físico, psíquico, y químico.
      • El uso de antibióticos, inhibidores de la bomba de protones (omeprazol) y otros medicamentos.
      • El tabaco.
      • El alcohol.
      • La contaminación.
      • La falta de descanso en cantidad y calidad.
      • Otros.

En definitiva: revisar, ordenar y buscar el equilibrio entre el conjunto de factores protectores y de riesgo según el perfil clínico de cada persona, labor que desarrollo a través del Modelo Healthy Bicycle, además de atender la clínica que urge cuando ya existe un desequilibrio agravado que complica el día a día de la persona llegando a cronificarse si no es tratado en su conjunto. En cualquiera de los dos casos los nutricionistas clínicos enfocados al respecto te podemos atender, con la colaboración de médicos y otros profesionales sanitarios.


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BIBLIOGRAFÍA

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NOTA: Detrás de cada artículo hay una labor y tiempo dedicado hasta llegar aquí. Se agradece su difusión y que compartas el conocimiento si te fue útil o te gustó.

IMPORTANTE: No suplementar la vitamina D sin una valoración exhaustiva de la persona, su perfil clínico y bioquímico, su estilo de vida, su hidratación y alimentación, el uso de otros complementos nutricionales y fármacos, junto a una continua monitorización. Si lo deseas puedo ayudarte.



María Hernádez Bascuñana (col. CV320)
Inmunonutrición | Nutrición, Salud y Estilo de vida | www.bascuñana.net


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